El número de granjas que nos podemos encontrar por Nueva Inglaterra es bastante amplio, además de variado, como ya habéis podido comprobar a través de todas las entradas que ido compartiendo en este blog durante la última década.
No solo hay variedad en el tipo de granjas, también son muy completas y versátiles, cambian de producción según la temporada y concentran una amplia gama de servicios o atracciones que les proporciona diversos ingresos.
No todas, pero más que suficientes como para no aburrirse por aquí sea la época que sea, aunque también están las granjas más tradicionales, las que se dedican a la producción, sin incorporar ingresos extra por el "turismo" normalmente local o regional que atraen este tipo de negocios.
Entre ellas hay algunas más pequeñas o que solo están abiertas en una determinada temporada como la que visitamos este verano en New Hampshire, una granja de lavanda.
En Estados Unidos las granjas de lavanda no son algo tradicional, ya que la lavanda aunque en la actualidad está muy extendida, se cree que tiene su origen en los países del Mediterráneo, el Oriente Medio y la India.
Su nombre proviene del latín "lavare" que también da origen al verbo lavar, ya que era usada por lo romanos para lavarse ellos o la ropa, además también fueron los romanos los que descubrieron sus propiedades medicinales.
El aceite obtenido de la lavanda tiene propiedades antisépticas, desinfectantes y antiinflamatorias, además de sus usos en aromaterapia, en los que es muy popular para la relajación y ayudar a conciliar el sueño.
La infusiones de lavanda se usan entre otras cosas para aliviar picaduras de insectos, quemaduras solares, pequeños cortes, quemaduras e incluso para mejorar el acné.