Acabamos de celebrar nuestra décima Nochebuena y Navidad en Nueva Inglaterra, la segunda en la casita del lago de la costa de New Hampshire.
Y otra más con esta situación, que por desgracia no parece terminar y que nos obliga a convivir con unas nuevas noticias, costumbres y hasta leyes que van cambiando sin parar.
Este año he decido volver a hacer compra a la pescadería de Portland en Maine, ya que en estos últimos días el número de contagios ha vuelto a subir mucho y al menos allí no suele haber tanta gente en invierno.
Lo que me ha sorprendido es que ya parece que han quitado todas las medidas, fuimos el mismo día de Nochebuena por la mañana temprano y entré sin hacer cola, directamente. Dentro había bastante más gente de lo normal, ni turnos para entrar para mantener un límite máximo en el interior, ni cestas desinfectadas, ni obligación del uso de mascarillas en el interior.
A pesar de todo, tengo que decir que la mayoría afortunadamente llevaba su mascarilla puesta, bastantes más de lo que la llevan aquí abajo, aunque aún así demasiados que no llevaban para ser un sitio cerrado, sin ventilación y estar bastante lleno.
La panadería tenía una cola eterna, quizás ellos siguen cumpliendo con el aforo limitado, pero ya tuve bastante con la pescadería, así que nos volvimos a casa directos.
Compré un poco sin pensar, dos bolsas de mejillones, un poco de rape, dos calamares grandes, una langosta ya cocida, caracolas, almejas y unas vieiras.