La temporada de recolección y elaboración del Sirope de Arce es muy efímera, apenas unos cuantos fines de semana al año, aún así en todos estos años hemos tenido la oportunidad de ir visitando un número considerable entre todas las que hay por la región de Nueva Inglaterra, incluso repetir en algunas de ellas.
Hasta el momento me había centrado más en las granjas de sirope que además de elaborar este producto, ofrecen tours, muestras gratis y tiendas y/o restaurantes. Y específicamente los primeros años en las de Massachusetts, para luego ir ampliando también a las de los estados de New Hampshire y Vermont.
Cada una de ellas es única, con sus peculiaridades y sus formas de afrontar estas cosechas. Mientras que algunas están más enfocadas en el negocio, para otras todo esto es más una forma de celebrar las tradiciones y perpetuarlas para que no se pierdan.
Una de estas granjas, mucho menos enfocadas en el trabajo en sí como actividad económica y más abierta a preservar tradiciones, es la que nos encontramos en una pequeña población de New Hampshire.
Brookfield, solo cuenta con una población de 700 habitantes, sin centro y con varias granjas pequeñas, es una zona rural sin servicios urbanos, pero con los impresionantes paisajes de Nueva Inglaterra.
Y allí no muy lejos del lago Kingswood Lake y junto al arroyo Churchill Brook nos encontramos con esta granja, Seabrisket Maple Sugarhouse.
📍 Dirección:
Brookfield, NH 03872
Desde Boston en coche está a 1 hora y media o un poco más dependiendo del tráfico, por lo que es una distancia asumible para pasar un día fuera de la ciudad explorando zonas mucho menos conocidas.
Al llegar lo primero que nos sorprendió era la cantidad de gente que había y la apariencia más de casa privada.
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No hay zona de aparcamientos, otra de las características que suelen tener estas granjas, así que hay que aparcar el coche a uno de los lados de la carretera.
Después de bajar del coche fuimos a inspeccionar un poco el terreno y el arroyo, aún con nieve por esa zona, a pesar de ser el primer día de primavera y de tener temperaturas más suaves.
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A pesar de sorprendernos un poco la apariencia, mucho más familiar de lo que habíamos visto hasta el momento, había carteles confirmando que estaban abiertos al público y que estaban dando los tours y las muestras, así que decidimos quedarnos.
Primero nos dirigimos hacia la Sugar House, la cabaña en la que elaboran el Sirope de Arce y que es donde suelen dar las explicaciones mientras podemos ir viendo el proceso.
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En esta granja, la cabaña era muy pequeña y había mucha gente dentro, siempre me sorprende la cantidad de gente que atrae este tipo de eventos.
Además la gente suele ser de la zona, al menos de Nueva Inglaterra, es algo tradicional que van disfrutando año tras año, más que una atracción turística, aunque también viene gente de otras zonas del país o incluso de fuera, pero se nota un ambiente más regional.
En el interior siempre hay alguien explicando el proceso, respondiendo preguntas y algunas veces ofreciendo algunas muestras gratis u otros productos.
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En este caso, las muestras las ofrecían en la tienda, que estaba dentro de la casa, pero aquí estaba el propietario elaborando el sirope y resolviendo dudas.
En el interior se encuentra el wood fired evaporator, una máquina en la que se va hirviendo la savia del arce para evaporar todo el agua, recordemos que es el 98% de la savia y va dejando el azúcar, que es el 2% restante y lo que se convierte en el Sirope de Arce.
Estas máquinas funcionan con leña y según explican en esta Sugar House hay que ir metiendo leña cada cinco minutos, aunque algunas veces no sea fácil debido al número de visitantes.
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Entre las conversaciones que mantiene con otros visitantes también contó que es un trabajo duro que solo realizan entre dos y que no compensa económicamente, pero les motiva el seguir con las tradiciones.
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Además hablando del clima, comenta que aunque ya las temperaturas son más suaves, cuando ellos comienzan con la recolección de la savia aún hay temperaturas muy bajas. Y curiosamente dice que si hace frío fuera, hace frío en la casa, se refiere a la cabaña, que en inglés por aquí las suelen llamar Sugar House o Sugarhouse, casa de azúcar.
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Esto me pareció bastante curioso teniendo en cuenta el tamaño tan pequeño de la cabaña y la cantidad de madera que se quemaba.
Al parecer la única zona de la cabaña que se calienta es justo delante de la pequeña apertura por la que se introducen las maderas, ya que todo está diseñado para que no se alcancen temperaturas muy altas allí y el vapor sale por una apertura que tienen todas estas cabañas en el techo.
Ese vapor blanco, a pesar de ser la parte del agua de la savia, huele muy dulce, es un olor que si tenéis ocasión no os podéis perder, aunque aviso que da hambre.
La cabaña es pequeña, pero la propiedad es grande, además de estar en una zona privilegiada junto al arroyo, aunque allí no tienen muchos animales, solo caballos.
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Allí mismo junto al arroyo podemos pasear un poco y ver los cubos en los que se va recolectando la savia de los arces.
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Estos no tienen los típicos tubos de goma que suele haber en otras granjas más grandes y que se encargan de llevar la recolección de savia de todos los árboles, directamente hasta las cabañas. Así que sospecho que aquí hacen el trabajo manual, recolectando la savia directamente de cada cubo.
La savia va cayendo al cubo dependiendo de la temperatura, por lo que no hay una fecha específica, se necesitan noches frías y días más cálidos para que la savia fluya.
Después de un pequeño paseo por allí nos fuimos directos a la zona frontal de la casa, donde en una puerta pequeña había un cartel anunciando que estaban abiertos.
En la puerta había mucha gente y todos comiendo, pero afortunadamente dentro todo estaba más tranquilo, porque es una sala diminuta.
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Allí nada más entrar nos ofrecieron las muestras, que eran helado con sirope, cinnamon toast con sirope y café.
Las cinnamon toast son tostadas de canela, el equivalente americano a las torrijas, pero diferente. Estas son tostadas de pan, no se fríen, pueden hacerse en horno. Tampoco van rebozadas en leche y huevo, pero llevan mantequilla y luego ya les ponen mucha canela y mucho azúcar, algunas veces también otras especias como nuez moscada o vainilla. Y normalmente las sirven con sirope de arce, como las tortitas americanas.
El café según no contaron lo elaboran con la savia del arce, por lo que nos dijo que era agua muy pura y muy rica.
Nosotros nos sentimos tan abrumados por todo lo que nos ofrecían que no quisimos coger nada más gratis y no lo probamos.
Además intentamos dejar algo de propina, al menos unos dólares por las molestias, pero se negaron a aceptar propinas ya que nos dijeron que para ellos esto era como una celebración.
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Nos dijeron que además esto era “Lagniappe”, que en francés criollo, francés de la zona de Nueva Orleans, significa algo extra, como cuando compras algo y te dan algo más de regalo por la compra.
El caso es que nosotros no habíamos comprado nada cuando ya nos estaban llenando las manos con cosas gratis.
Al final compramos una botella de su sirope y una mermelada casera de arándanos salvajes de New Hampshire.
Es la primera vez que veo arándanos salvajes de New Hampshire, los arándanos pequeñitos, que tienen todo el sabor concentrado y están deliciosos.
Hasta ahora los había comido muchas veces, pero siempre de Maine. Tiene sentido que estando tan cerca, también crezcan en New Hampshire, pero es algo tan típico y conocido de Maine, que hasta ahora nunca los había visto de otro estado.
Además aproveché para preguntar cúal era el mejor de los cuatro grados en los que se clasifica el sirope de arce, porque nunca sé cuál debo de comprar.
Al parecer cuanto más oscuro más sabor y por lo tanto más se usa para cocinar, pero los grados más suaves son menos populares entre los autóctonos, que incluso prefieren el tercer o cuarto grado también para consumir directamente.
Me contaron que los dos grados más suaves, son los que suelen gustar más a los extranjeros y los que se suelen exportar, ya que no tiene el paladar entrenado en los más fuertes y prefieren el sabor más sutil de los primeros siropes, al de los últimos y más concentrados de cada temporada.
En esta afirmación coinciden con lo que me han contado en otras granjas, aunque cuando pregunto suelo encontrarme con respuestas del tipo: "todos son buenos, pero mi mujer prefiere este para comerlo así y este para cocinar, yo en cambio prefiero este más fuerte para todo siempre, pero todos saben a sirope".
Y como anécdota contar que nos vimos tan apurados que nos salimos y nos dejamos la compra dentro, así que tuvimos que volver a por ella.
Por cierto, no aceptan tarjetas de crédito, solo metálico o cheques.
Y además del sirope y de las mermeladas, también tenían panes y otros dulces como scones, americanos no británicos.
Y esto es todo sobre esta pequeña granja familiar, un buen plan para salir un poco de las ciudades y de lo cotidiano. Adentrarnos en las zonas más rurales y conocer más las tradiciones y la forma de ser de los locales, intentando integrarnos en la medida de lo posible en el entorno.
¿Qué os ha parecido esta pequeña excursión?. ¿Qué os ha resultado más curioso?.
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