Nuestra décima Nochevieja estadounidense ha sido bastante tranquila, la segunda que pasamos en la casita del lago de New Hampshire sin ir a Boston, como era nuestra costumbre cada año desde el 2012, para dar la bienvenida al nuevo año desde el centro de la ciudad.
El año pasado ni salimos de casa, aunque este año nos hemos animado a dar un breve paseo por el centro de Portsmouth, ya que anunciaban la vuelta de la First Night, al menos en parte, solo las actividades al aire libre.
Fuimos temprano, sobre las 8 de la noche, cuando empezaron los fuegos artificiales, pero solo dimos un breve paseo y nos volvimos.
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Había más gente de la que esperaba, los negocios estaban abiertos y los restaurantes y bares se veían llenos desde fuera, porque nosotros no entramos en ningún sitio.
Ha sido una Nochevieja con temperaturas muy suaves, casi no hacía frío, solo un poco de humedad y mucha niebla.
Además de los fuegos artificiales, habían anunciado esculturas de hielo, pero al menos nosotros solo vimos una y me temo que era la única, al menos este año.
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Lo más llamativo que vimos fue un par de camionetas decoradas con luces por todos lados.
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La cena fue similar a la de otros años, con la mesa decorada más o menos parecida a los años anteriores, aunque con algo nuevo que además llegó desde España justo a tiempo.
A través de Instagram vi unos manteles individuales con sus servilletas a juego que eran ideales junto con mi vajilla de Navidad de Lenox.