La Grand Central Terminal, la estación de tren de Manhattan en Nueva York, es una joya por dentro y por fuera y sirve de escenario en muchas escenas de series o películas americanas.
Fue construida en 1871 como el Grand Central Depot, tras su renovación y expansión en 1901 pasó a denominarse Grand Central Station, aunque desde 1913, la fecha que consta para la celebración del centenario, el nuevo edificio se denomina como se puede leer en su fachada, Grand Central Terminal.
Hoy en día sigue siendo la estación con mayor número de andenes del mundo. A pesar de ello, no solo los miles de pasajeros que diariamente usan sus trenes llenan esta estación, como podéis imaginar somos muchos los turistas y residentes que la visitamos para hacer fotografías o comprar en sus zonas comerciales.
Las zonas comerciales que llenan sus pasillos fueron una brillante estrategia que usaron como solución en los años del declive ferroviario, que tuvo lugar entre otros factores debido al boom del uso del automóvil.
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Y dentro de esta fachada tan impresionante encontramos todo esto y mucho más. Sin duda uno de los tesoros de Nueva York. ¿No es todo de película?
En nuestra primera visita me quedé con las ganas de descubrirla mejor, en particular la zona del Grand Central Market. En esta ocasión al menos tuve tiempo de verla mejor y de hacer montones de fotos que comparto con vosotros.
¡Hasta la puerta y la lámpara merecen una foto!! 😉
Pero lo que de verdad me apasiona son sus puestos con toda esos alimentos tan bien expuestos y ordenados, colocados perfectamente para atraer todas las miradas sobre ellos.
Incluso hay galletas decoradas con temas relacionados con Nueva York que vienen geniales para llevarnos como souvenir.
Y no solo dulces.
Además flores.
Ya solo me queda tener la oportunidad de disfrutar algo de esa comida, en una próxima visita puede que os pueda contar si el sabor no defrauda al aspecto.
Además en esta estación podemos encontrar una zona de restaurantes con mesas y sillas para comer, así que puede ser un buen sitio para disfrutar esa comida mientras se hace un descanso en la visita a la ciudad.
Y el secreto mejor guardado es la conocida popularmente como galería de los susurros, obra del arquitecto español Rafael Guastavino.
📹 Vídeo:
Aquí encontramos las bóvedas tabicadas de ladrillo que este arquitecto patentó en Estados Unidos y con las que consiguió hacerse un nombre en este país.
Y aunque muchas de sus obras fueron construidas en Nueva York, su fama se la debe a la oportunidad que tuvo durante la construcción de la Biblioteca Pública de Boston. Muy cerca de allí, también podemos encontrar otras muestras de su trabajo en la prestigiosa Universidad de Harvard en Cambridge.
¿Qué os parece la estación??? ¿Conocéis alguna más impresionante?
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