jueves, 15 de febrero de 2018

Mi San Valentín 2018


Últimamente para San Valentín solemos cenar en casa, aunque aún recuerdo nuestra primera celebración de esta tradición juntos, la que celebramos en Amsterdam cuando aún vivíamos allí.

Ese año coincidió que tuvimos varias muy buenas noticias que celebrar y nos dimos un super homenaje en un restaurante español en el que todo nos pareció delicioso.

Esa época en la que tomarnos algo en el Starbuck era nuestro capricho de muy vez de vez en cuando y compartiendo uno para los dos.

Nosotros no somos de regalarnos cosas, creo que sólo el primer año nos hicimos regalillos, pero si se trata de celebrar algo que implique comer, la cosa cambia.

Ya sea la Super Bowl, San Valentín o el 4 de Julio, nosotros no desaprovechamos la oportunidad de celebrar, mientras sea con comida, lo que haga falta.

En principio mi intención era como de costumbre, salir a dar una vuelta por las tiendas de Boston y buscar ingredientes o algo para preparar una cena diferente, más especial.

Aunque llevo un par de semanas pachucha y como parece que últimamente todo me ataca a la vez, también he estado un poco resfriada. Esto es algo nuevo porque no me suelo resfriar nunca desde que vivo en Boston. Así que la idea de pasarme el día dando vueltas por la calle, sudando de las caminatas que me pego y con temperaturas bajas, no me parecía muy apropiada este año.

Sobre todo teniendo en cuenta que a finales del año pasado, un resfriado que pillé en San Francisco se me pasó al oído y estuve fatal con infección y tomando antibióticos durante un par de semanas, después de un aterrizaje de avión de película de terror por el dolor tan intenso. ¡¡No viajéis con dolor de oídos nunca en avión!!!

Este año, con este panorama, pensé que quizás era la oportunidad perfecta para hacer una reserva en algún restaurante y probar algo nuevo. Miré algunas opciones de menús que estaban ofertando los restaurantes de Cambridge y Boston para esta noche y las descarté todas. Más o menos rondaban por persona y sin bebidas, ni tasas, ni propinas los más de $100. Y aunque ya no tenemos necesidad de compartir una bebida del Starbuck, que ahora con los programas de rewards hasta nos regalan alguna de vez en cuando, pero pagar eso por una cena es demasiado.

Aún así seguía con la idea de hacer algo diferente y el siguiente plan fue comprar algo de comida de alguno de nuestros restaurantes preferidos y comer en casa tranquilos.

Pensé en un pequeño restaurante japonés al que solemos ir de vez en cuando y me pareció una idea estupenda. Es un sitio muy auténtico, me lo recomendaron mis compañeras japonesas de clases como uno de los pocos que ellas conocían de comida auténtica japonesa por los alrededores de Boston.

Es un sitio muy pequeño, apenas unas cuantas mesitas viejas y con nada de glamour, junto a una barra en la que un señor mayor prepara sushi sin parar. Todo delicioso, pero sin decoraciones, ni adornos, ni nada que me hiciese pensar que iba a ser a una elección popular entre las parejas para esa noche. Además, todo el menú es bastante económico y está más alejado de las zonas céntricas, que esa noche ya sabía que iban a estar demasiado concurridas.

Como ese restaurante está de camino entre nuestra casa y la oficina de Fran, decidí irme con él por la mañana y quedarme mientras él estaba en la oficina, en el centro comercial que hay justo al cruzar la calle.

Llevo un par de semanas sin poder salir a la calle, encerrada en casa y pasar el día en ese centro comercial enorme viendo tiendas y paseando por sus pasillos me parece un plan ideal. Al final hasta piqué y me compré algunas cositas.

En el Primark no me suelo comprar muchas cosas, aunque la mayoría de veces que voy, salgo con pijamas para mí o para Fran y como ya tenemos los dos suficientes para una larga temporada, decidí ni pasarme por esa zona para no caer en la tentación.

Preferí dar una vuelta por la zona en la que tienen los artículos de liquidación y encontré un par de perchas por $0.50, así que me traje dos pares, total cuatro perchas de tela blancas por $1. Aproveché para sacar las monedas del monedero que me ocupan mucho espacio. La cara de la chica del mostrador no tenía precio, menos mal que no había nadie en la cola 😜

También encontré una buena oferta en Hollister entre las cosas de liquidación, una bufanda y un gorro de invierno a juego. Llevaba tiempo queriendo comprarme una bufanda gorda, pero no veía ninguna que me acabase de convencer y esta es más de mi estilo, aunque no es tan gruesa como la que tenía en mente, pero por $20 las dos cosas no está nada mal. ¿Qué os parece?

Una de las Perchas del Primark con el Gorro y la Bufanda de Hollister

Gorro y Bufanda de Hollister

Por cierto, si sois nuevos por aquí o venís de vacaciones, no dejéis de echar un vistazo en las tiendas americanas por las zonas de "clearance". La mayoría de las veces no hay nada que merezca la pena, pero otras se encuentran gangas muy buenas. Así que cuando tengo tiempo, a mí me encanta cotillear a ver que me encuentro. Desde que aprendí este término es uno de mi preferidos 😏

También estuve mirando vestidos de fiesta y al final me probé uno de los que vi. Normalmente no me gusta ninguno, así que si veo alguno lo compro por si acaso porque ya sé que cuando necesite comprarme alguno para una ocasión especial, no lo voy a encontrar.

No me convenció mucho y no lo compré aunque era de Calvin Klein y estaba muy rebajado, pero le hice una foto por si me lo pensaba mejor, para buscarlo luego. La foto la hice con el móvil rápido, pero cuando he ido a ver las fotos que hice ayer me ha llamado mucho la atención este detalle.

Vestido de Calvin Klein

¿Os acordáis de la foto del vestido que se hizo famoso porque algunos lo veían de unos colores, mientras que otra gente distinguía otros totalmente diferentes?

Bueno pues algo así me ha pasado con este vestido, en realidad es azul y negro, pero por alguna razón la foto que le hice de cerca para que se viese bien el tejido sale verde y plata, o al menos yo veo la foto de esos colores. ¿Cómo la veis vosotros?

Detalle del Vestido de Calvin Klein

Después de mi día de compras, Fran pudo escaparse temprano de la oficina y llegamos al japonés sobre las seis de la tarde. Decidimos pedir la comida para llevar y así cenar más tarde en casa.

En España es bastante normal pedir las pizzas para llevar y comérselas en casa, también era popular ir a un asador a por el pollo asado los domingos para comer en casa, al menos en mi ciudad que era donde te encontrabas los domingos a casi todo el vecindario, pero no es muy habitual que los restaurantes ofrezcan comida para llevar.

Sin embargo aquí es bastante normal y no sólo venden comida preparada en los supermercados, algo que ya sé que en España también se está poniendo de moda últimamente. Será porque aquí las familias cocinan menos en casa, porque los restaurantes suelen ser muy pequeños y porque el metro cuadrado está muy caro, pero aquí está tan normalizado que al entrar a muchos restaurantes o cafeterías, te suelen preguntar directamente que si es para tomar allí o para llevar.

Lo de las cafeterías está incluso más normalizado por aquí, algo que no veo yo que suceda en España ni a largo plazo. ¿A quién se le ocurre ir a una cafetería a tomar un café y no sentarse allí durante horas a charlar con las amigas? ¿Y qué me decís de tomarse el café, de mínimo $5, en un vaso de papel y andar por la calle con él todo el día en la mano? Algunas veces me dicen que me estoy americanizando y hasta yo lo pienso de vez en cuando, pero luego me acuerdo de estos detalles y se me pasa la idea.

Pues todo esto viene porque al llegar, repito a las 6 de la tarde de un miércoles por muy San Valentín que sea, y me encuentro con que está el restaurante lleno a reventar y cuando voy a pedir para llevar, allí tienen un menú al entrar para eso, me dicen que dos horas mínimo de espera 😱

No tenían mesa tampoco para al menos las dos siguientes horas, cosa que hasta me imaginaba, pero que no podía coger ningún pedido para llevar en dos horas, ya me parecía demasiado y como por allí no hay mucho más que hacer, pues nos volvimos a Cambridge.

De camino a casa vi un nuevo restaurante de mariscos, especializado en los cangrejos Dungeness, los cangrejos típicos de San Francisco de los que ya os he hablado en el blog en varias ocasiones. Yo no lo conocía, pero ya lleva unos años por Massachusetts y ahora se han expendido a varias localizaciones más de este estado y de Nueva York, entre ellas a Porter Square en Cambridge.

Shaking Crab de Porter Square en Cambridge

Decidimos probar suerte y conseguimos una mesa antes de que se llenase por completo. No es un sitio de mantel y servilletas de tela, es más bien todo lo contrario a lo que esperas para una cena de San Valentín, pero era nuevo y ya había visto algunas fotos de sus cangrejos y bebidas de colores en Instagram.

Shaking Crab de Porter Square en Cambridge

Junto con el mantel de plástico y dos servicios que incluyen guantes y babero también de plástico desechables con un buen puñado de servilletas, nos entregaron los menús. La carta normal, la de las bebidas y los menú especiales de San Valentín.

Menú de San Valentín del Shaking Crab de Porter Square en Cambridge

Carta del Shaking Crab de Porter Square en Cambridge

Nosotros queríamos probar el cangrejo y decidimos pedir también las ostras fritas de entrante. Además, como en San Francisco es costumbre comer este cangrejo con fideos y los que probamos allí estaban deliciosos, pues también pedimos una ración para acompañarlo.

Fried Oysters $11

Shaking Crab de Porter Square en Cambridge: Fried Oysters $11

Estaban buenas y por el precio que tienen, sirven bastante cantidad, aunque si tengo que elegir me quedo con las que preparo yo en casa.

Dungeness Crab $48

Se puede elegir entre varias salsas para acompañarlo, nosotros nos decidimos por la cajún. Además, se puede elegir entre tres grados de picante. Nosotros decidimos no añadirle picante y menos mal.

Shaking Crab de Porter Square en Cambridge: Dungeness Crab $48

Puedes pedir que te lo preparen casi listo para comer allí en la mesa y a nosotros nos pareció buena idea.

Shaking Crab de Porter Square en Cambridge: Dungeness Crab $48

Grabé un par de vídeos, aunque la calidad no es muy buena porque apenas había luz y salen muy oscuros.

📹 Vídeos



Descubrimos unos utensilios que no habíamos visto antes y facilitan mucho sacar la carne de las patas de los cangrejos.


Garlic Noodles $6 + Gambas $3

Shaking Crab de Porter Square en Cambridge: Garlic Noodles $6 + Gambas $3

No están mal, pero muy normales, nada en comparación con los que comimos en San Francisco. Apenas los probamos ninguno de los dos porque era demasiada comida de todas formas.

Cena en el Shaking Crab de Porter Square en Cambridge

Cena en el Shaking Crab de Porter Square en Cambridge

Para beber pedimos limonada que estaba buena, Coca Cola y un té helado dulce, ya que lo recomiendan en la carta. Yo no me lo pude beber porque era más que té, azúcar líquido, aunque reconozco que bajaba mucho el ardor de la boca después del picante y las especias que llevaba el cangrejo.

Bebidas en el Shaking Crab de Porter Square en Cambridge

La comida estaba bien, pero no fue especialmente sabrosa. Para mi gusto llevaba demasiadas especias y picaba muchísimo, tanto que me ardían hasta los labios. Parecía que me los había pintado rojos, sin necesidad de pintalabios ni nada 😰

Lo peor fue luego, toda la noche sin poder dormir y con la barriga revuelta y dolor de estómago. Últimamente comer fuera para mí, se está convirtiendo en un deporte de riesgo para mi salud 😭

Y ese fue mi San Valentín del 2018 en el que me quedo con la lección aprendida de que merece mucho la pena cocinar esos días especiales en casa, ya habrá tiempo para ir a restaurantes en otras ocasiones.

¿Celebrasteis San Valentín? ¿Soléis intercambiar regalos este día con vuestras parejas?

¡No olvidéis dejar alguna observación, opinión o apunte sobre vuestro San Valentín en los comentarios!!

7 comentarios :

  1. Qué aventura. Ahora cada vez más puedes ir a un restaurante en Barcelona y llevarte la comida a casa. Nosotros teníamos planeado salir el jueves del cumpleaños de Jordi pero llegamos los dos agotados a finales de semana (últimamente le estamos echando demasiadas horas) y, aunque lo puedes pasar a recoger, hay un servicio (Justeat) donde puedes encontrar restaurantes locales donde pueden traértelo ellos mismos a casa si estás en el barrio. Pedimos comida mejicana a uno de los restaurantes de este tipo que más nos gusta, aunque puede que las raciones fueran un poco más pequeñas para ajustar precios (¿?).

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    1. Están copiando la cultura americana en todo por allí. En Almería no sé si habrá aún algún servicio que te lleve la comida a casa de ese estilo, pero porque allí las tapas son muy populares y la gente normalmente sale a tapear como costumbre. De todas formas cuando vuelva a ver que me encuentro después de tanto tiempo.

      Al final te has aficionado a la comida mejicana ;)

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    2. ¡Pues sí! Y eso que aquí no es la mitad de buena ni igual de generosas las raciones que en EEUU. Todo se está copiando, pero no tiene la misma gracia cuando en todo el mundo va todo igual. Como lo de los foodtrucks, aunque aquí son son cuquis pequeñitos y hipsters.

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    3. ¿Los Food trucks también?? Pensaba que no se podrían exportar por las leyes de sanidad tan estrictas que hay en España entre otras a las que están obligadas los negocios hosteleros, como por ejemplo tener cuartos de baño adaptados...

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    4. Cuando volví ya se habían popularizado. Para fiestas mayores, ferias, eventos, incluso bodas.

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  2. Sobre todo para creps, hamburguesas.

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    1. A ver cuando vuelva que me encuentro por allí, pero me sorprendería encontrarlos, excepto para los churros en las ferias, que eso sí que es de toda la vida y no me importaría que lo pusieran también los domingos normales o cualquier día ;)

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