Duodécima cena de Nochebuena que celebramos en Estados Unidos, todas y cada una de las doce últimas que hemos vivido en Nueva Inglaterra.
Una nueva casa, unas vistas diferentes, que como podéis ver en la siguiente imagen no son como las del lago de los años anteriores, pero la misma compañía. La presencial y la que está al otro lado de la pantalla, la familia y los que nos seguís por aquí a través de la cuenta de Instagram y del blog.
Una misma decoración que más o menos se va repitiendo, o al menos muchos de los elementos que la forman y el estilo.
También los menús, que aunque van variando un poco siempre tienen elementos similares, los ingredientes que se ven y el caos que no se ve, el de dejarlo todo a última hora.
Un caos que comienza el día de antes, cuando empiezo a pensar qué voy a cocinar y se me ocurren miles de ideas.
No pienso en una receta y compro los ingredientes, normalmente compro los ingredientes que me gustan y luego cuando me pongo a cocinar voy pensando la receta que puedo conseguir con ellos.
El día anterior nos fuimos a una de las carnicerías que más me gustan de esta zona, pero al llegar a casa decidí dejar lo que compré para Nochevieja y mejor comprar una langosta grande para rellenar al día siguiente.