
Últimamente no paramos de viajar por trabajo, llegamos de un viaje y ya estamos liados con reservas para los dos siguientes. Entre medias, siempre tenemos cosas pendientes o estamos tan cansados que no nos apetece nada salir de casa. Por todo esto parece que estoy un poco perdida, no veo tanto como me gustaría a los amigos de aquí, llevo un atraso infinito con el blog y me pierdo planes y eventos a los que me hubiese encantado asistir.
Aún así soy una afortunada y no puedo quejarme, es imposible estar en todo y para todo lo que nos gustaría y muchas veces hay que seleccionar o el cuerpo ya se encarga de cancelarnos todos los planes y obligarnos a reposar y con esto hablo por experiencia propia.
Aún así explorar haciendo excursiones de un día por Nueva Inglaterra, es una de mis actividades preferidas y siempre me viene bien para desconectar del día a día. Sobre todo cuando no planeamos, no organizamos nada y solo nos despertamos y nos montamos en el coche sin saber muy bien ni el destino. Lo vamos viendo cuando el coche comienza a andar, se va dirigiendo solo y más aquí, en esta maravillosa región.
Nueva Inglaterra es una fuente inagotable de opciones para pasar un día disfrutando de alguno de sus paisajes, de su gastronomía, historia o cultura. Cada época tiene sus ventajas, cada una de sus estaciones y temporadas nos ofrece opciones que nos guían hacía un destino concreto.
En marzo comienza la temporada del sirope de arce y con eso deducimos que nuestro destino es una de esas granjas en las que elaboran este dulce y sano ingrediente, pero nosotros que no somos tan sanos lo acompañamos de otras delicias gastronómicas, muy tradicionales americanas, por eso que hay que adaptarse al entorno.

Cada año por esta época, visitamos alguna o algunas de estas granjas, las opciones son interminables, pero se reducen si buscamos las que cuentan con restaurante, que son las que nos interesan a nosotros.