Últimamente no paramos de viajar por trabajo, llegamos de un viaje y ya estamos liados con reservas para los dos siguientes. Entre medias, siempre tenemos cosas pendientes o estamos tan cansados que no nos apetece nada salir de casa. Por todo esto parece que estoy un poco perdida, no veo tanto como me gustaría a los amigos de aquí, llevo un atraso infinito con el blog y me pierdo planes y eventos a los que me hubiese encantado asistir.
Aún así soy una afortunada y no puedo quejarme, es imposible estar en todo y para todo lo que nos gustaría y muchas veces hay que seleccionar o el cuerpo ya se encarga de cancelarnos todos los planes y obligarnos a reposar y con esto hablo por experiencia propia.
Aún así explorar haciendo excursiones de un día por Nueva Inglaterra, es una de mis actividades preferidas y siempre me viene bien para desconectar del día a día. Sobre todo cuando no planeamos, no organizamos nada y solo nos despertamos y nos montamos en el coche sin saber muy bien ni el destino. Lo vamos viendo cuando el coche comienza a andar, se va dirigiendo solo y más aquí, en esta maravillosa región.
Nueva Inglaterra es una fuente inagotable de opciones para pasar un día disfrutando de alguno de sus paisajes, de su gastronomía, historia o cultura. Cada época tiene sus ventajas, cada una de sus estaciones y temporadas nos ofrece opciones que nos guían hacía un destino concreto.
En marzo comienza la temporada del sirope de arce y con eso deducimos que nuestro destino es una de esas granjas en las que elaboran este dulce y sano ingrediente, pero nosotros que no somos tan sanos lo acompañamos de otras delicias gastronómicas, muy tradicionales americanas, por eso que hay que adaptarse al entorno.
Cada año por esta época, visitamos alguna o algunas de estas granjas, las opciones son interminables, pero se reducen si buscamos las que cuentan con restaurante, que son las que nos interesan a nosotros.
En el blog ya he ido describiendo cada una de estas excursiones, mis impresiones, opiniones sobre los restaurantes y también opciones para completar la excursión con algunas visitas a puntos de interés cercanos. Podéis encontrarlas todas en la pestaña de Excursiones, dentro de Salidas.
También os dejo algunos de los enlaces directamente aquí.
🍯 Sirope de Arce en New Hampshire: Stuart & John's Sugar House
🍯 North Hadley Sugar Shack and Emily Dickinson Museum
🍯 Maple Sugar Season en Massachusetts
En esta ocasión nos dirigimos al norte, al estado de New Hampshire, concretamente a la región de los lagos (Lakes Region). Es una zona que aún no conocíamos y que nos ha dejado con ganas de volver, aunque la próxima vez durante el verano.
Tuvimos un día con clima cálido, un sol radiante y una temperatura poco propia del principios de marzo y menos una zona cercana a las White Mountains. Ese día no necesitamos bufandas, gorros, guantes y tampoco chaquetón!! Es más, en el restaurante tenían una máquina de aire acondicionado y un ventilador grande encendido a toda velocidad, así que no éramos los únicos a los que le sobraba el chaquetón.
La granja a la que nos terminamos dirigiendo es Heritage Farm Pancake House, no sabíamos muy bien que nos íbamos a encontrar allí, pero a unas malas ya habíamos visto otras opciones cercanas.
Fue curioso que hasta ellos se sorprendieron al vernos, primero nada más llegar y pedir mesa, nos preguntaron que si habíamos tenido un buen camino hasta allí.
Ya sabían que veníamos de fuera y además creo que adivinaban que el camino había sido largo. En realidad no lo era tanto, sobre una hora y media en coche desde casa, unos 150 km de distancia.
📍Su Dirección es:
16 Parker Hill Rd,
Sanbornton, NH 03269
Es curioso que en este país se suelan sorprender de que salgamos de la ciudad y conduzcamos un par de horas para pasar un día de fin de semana en el campo, o en la sierra como acostumbramos a hacer en Almería los que vivimos en la playa. Pero en cambio, ven normal conducir más de una hora, incluso dos para ir al trabajo cada día y otras tantas para volver del trabajo a casa. Entiendo que si hacen eso cinco días a la semana, el fin de semana no salgan de casa, pero sigo pensando que prefiero el modelo español, vivir cerca del trabajo y salir de vez en cuando de excursión.
Además, me sorprendió la amabilidad tan exagerada con la que nos atendieron, no solo con las palabras, también con el tono de voz. No es que no suelan ser amables, pero vi algo diferente, aunque aún no sabía que era.
Nos dijeron que la espera era de unos 20 minutos aproximados, lo que nos pareció perfecto para dar una vuelta por la granja y hacer algunas fotos. Además nos indicaron que mientras esperábamos por una mesa, podíamos servirnos café, que había en el porche junto a la entrada al restaurante.
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La zona en la que elaboran el sirope de arce estaba abierta y se podía entrar, pero ese día no estaban cocinando nada, así que nos perdimos eso. Ya lo hemos visto muchas veces, aunque siempre es agradable visitar estas granjas cuando están cociendo el sirope porque el olor es maravilloso y además, suelen dar muchas explicaciones y dejar a los visitantes preguntar todas las dudas. Una buena oportunidad para interactuar un poco con los locales.
Mientras, me fui a ver a los animales, aunque en esta época no son muchos los que están en la calle, a pesar del buen día, estaba todo nevado.
De todas formas pude ver algunas ovejas, cabras, gallinas y unos patos. Las ovejas y las cabras siempre son las más sociales y las que más se alegran de verme, no sé si también os pasa a vosotros o es algo particular entre ellas y yo 😅
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También exploré un poco por allí, aunque todo estaba lleno de nieve y no me alejé demasiado. Hay espacio suficiente para aparcar, ese día el restaurante estaba lleno, había gente esperando y aún así quedaba espacio libre. Suele ser normal que lo haya en zonas así de alejadas, pero no siempre es tan obvio, en otras granjas nos ha costado más encontrar un hueco.
También tuve tiempo de fijarme en las decoraciones rústicas que han colocado frente a la entrada principal del restaurante.
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Me encantan estas pequeñas casas que colocan frente a sus casas por aquí, algunas veces son versiones en miniatura de las originales y otras veces las usan como buzones para las cartas.
También eran muy originales las decoraciones rústicas de animales que estaban casi enterrados en nieve, pero que añadían encanto al lugar.
Además hay una casa más pequeña en la que deben vender helados en el verano, aunque ahora estaba cerrada.
El restaurante no es demasiado amplio, aunque consta de dos plantas. En la primera planta nos encontramos la cocina abierta y unas cuantas mesas y en la planta de arriba se encuentran el resto de mesas.
También en la primera planta es donde encontramos algunos productos que venden, al contrario que la mayoría de estas granjas, aquí estos productos son básicamente jabones, miel y obviamente el sirope de arce que ellos elaboran.
En la planta de arriba, a la que llegamos por unas estrechas escaleras, se encuentra el comedor. Fue muy curioso, ya que era casi idéntico a nuestra casa. Todo decorado con encanto rústico, sencillo, pero con toques con encanto como los tapetes de ganchillo en las mesas que me recordaban a los que tenían todas las abuelas en las mesas camillas.
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Las mesas además eran todas grandes, para cuatro personas, así que teníamos espacio de sobra.
Nos atendieron muy rápido, en cuanto nos sentamos nos entregaron las cartas y nos preguntaron si era nuestra primera vez allí. Nos atendió una chica joven, que se notaba que estaba aprendiendo porque estaba bastante nerviosa y porque otra mujer estuvo con ella y cuando terminó le dijo que lo había hecho muy bien.
Como le dijimos que sí, le dije que necesitaríamos un poco de tiempo para leer la carta, pero nos dijo que también nos la podía explicar ella, así que la dejamos que lo hiciese y practicase.
Nos explicó que toda la comida que se pide, se sirve junta en una bandeja que traen a la mesa una vez lista y desde la bandeja se va repartiendo a los platos de cada comensal.
También que la especialidad de la casa y lo más popular eran los menús de desayuno que podíamos ver en una de las caras de la carta, "The Traditional Family Platter".
Los ofrecen en dos tamaños, para adultos y niños, aunque más que con la edad, tienen que ver con la cantidad de comida que cada uno sea capaz de consumir.
Nosotros no dudamos en pedir el tamaño para niños, que ya es bastante consistente para un desayuno. Este menú es el tradicional de Nueva Inglaterra y lo componen un pancake, es decir una tortita americana, un huevo a elegir entre revuelto o frito, una pieza de beicon y patatas fritas aderezadas en dados.
Este menú en el tamaño de adulto es exactamente igual, pero añadiendo el doble de cantidad en todo. Los precios de estos menús son de $8 para el tamaño de niños y de $15 para el de adulto.
Las bebidas van a parte, no hay muchas opciones, pero al menos tienen las básicas.
La mejor parte del menú son las tortitas americanas y aquí las opciones en cuanto a sabores son muy amplias, más de veinte diferentes para elegir. Nosotros nos decidimos por la de Maple Walnut y la de Ying Yang.
En cuanto a los huevos los pedimos los dos revueltos, aunque nos sirvieron una tortilla liada o francesa, como podéis comprobar en las fotos. Y el beicon, entre las tres opciones, lo pedimos crujiente, es decir, ni chamuscado como es costumbre por aquí, ni poco hecho.
No tardaron mucho en subir con las bebidas, un té y un café, que sirven como el resto de la comida en desechables.
En la mesa nos colocan unos platos de papel, con los cubiertos de plástico envueltos en su servilleta y liados con una guita.
Además nos traen su sirope de arce en unas pequeñas botellas de cristal individuales para que nos sirvamos junto a las tortitas americanas.
La bandeja con toda la comida tampoco tardó en llegar, también nos sirvió un chico nervioso al que le temblaba la mano mientras se disculpaba por ser su primer día.
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Lo curioso fue que nos trajeron cuatro tortitas, las dos que habíamos pedido y otras dos extras con chocolate. Le aclaramos que habíamos pedido el menú para niños y nos dijo que sí, nos sirvió dos tortitas a cada uno y nos quedamos un poco con la duda de qué había pasado.
De todas formas no nos quejamos, aunque obviamente no pudimos terminar con ese desayuno. Es más ni con la mitad de las tortitas que estaban muy buenas, pero eran enormes.
La mujer más mayor, que por cierto iba vestida como peregrina o algo así, nos vino a preguntar varias veces si todo estaba bien y cuando ya notó que no teníamos más hambre nos dijo que si nos queríamos llevar a casa lo que nos había sobrado. Le dijimos que solo las tortitas americanas y allí mismo nos preparó nuestros platos para llevar. Solo usando otro plato limpio sobre el que habíamos usado con las tortitas y liando ambos con una guita. Nos dio un boli para que le pusiéramos nuestro nombre y ya estábamos listos para bajar a pagar a la primera planta.
Antes de irnos charló un poco con nosotros, nos preguntó que de dónde habíamos venido y qué cómo habíamos encontrado la granja.
Si pensáis en visitar este granja tenéis que tener en cuenta que no abre durante los domingos, algo extraño, ya que se supone que son los días más propicios para visitar estas granjas.
Me pregunto si este dato y la amabilidad tan curiosa o diferente tendrán algo que ver con que como indican en su web son mormones.
Por cierto, ya he empezado a ver esta tendencia en muchos restaurantes de Nueva York, pero me sorprendió verlo aquí, me refiero a que no aceptan propinas. En realidad aquí no aceptan propinas para los camareros porque ya las incluyen en el precio como en los restaurantes de Nueva York, pero informan de que aceptan donaciones para los animales.
La verdad es que los precios no son nada caros y no nos cobraron esas dos tortitas extras que no sabemos como llegaron a nuestra mesa, así que les dejamos unos cuantos dólares extras para esos animales.
Una vez que salimos y antes de subirnos en el coche, fuimos a ver unos caballos que había justo al cruzar la carretera.
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Y desde allí mirando el mapa vimos que había un lago cerca, así que nos fuimos a verlo. Se trata del lago Winnisquam.
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No había mucho por allí, excepto observar una bonita imagen de un gran lago congelado y cubierto de nieve.
Si os fijáis hay señales en el suelo que indican que han conducido una moto de nieve sobre el lago, además a lo lejos se veía gente sobre el hielo, pero yo aún no me atrevo a andar sobre lagos o ríos congelados, por muy seguro que parezca.
Contemplar las imágenes del cuarto lago más grande del estado de New Hampshire por unos minutos en la más absoluta calma fue suficiente.
Mirando el mapa vimos que había otro mucho más grande y que estaba cerca, así que allí que fuimos. Este otro lago es el más grande de New Hampshire y el tercero más grande de Nueva Inglaterra, el Winnipesaukee.
Yo ya los he bautizado lagos Winnie, me recuerdan al famoso oso y aquí fue donde ya decidí incluir esta zona en mi lista de próximamente.
La zona estaba desértica, todo cerrado y aunque parecía una ciudad fantasma, se le veía potencial como zona turística de verano. Como una pequeña villa turística de costa, pero lejos del mar o océano y a las orillas de un enorme lago.
Y a simple vista ya parecía tener alguna actividad interesante, al menos para pasar alguna noche y explorar mejor la zona.
¿Conocéis la región de los lagos de New Hampshire? Se aceptan consejos, sugerencias y recomendaciones sobre alojamientos, actividades y gastronomía.
De momento poco podíamos hacer por allí, así que pensamos en comenzar a bajar con dirección a Boston hasta que recordé que estas navidades me dejé otra actividad sin realizar que ya llevaba queriendo hacer durante algún tiempo.
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Los que me conozcáis probablemente ya sabréis que soy abstemia y con eso no digo que solo bebo de muy vez en cuando o que me tomo la cerveza si alcohol, es más del estilo de no comer ni bombones si llevan licor o brindar con refresco en mi propia boda. Es decir que no bebo alcohol, nunca y eso incluye todo lo que lleve alcohol.
A pesar de eso he visitado un par de fábricas de Bacardí, una en Málaga y otra en Puerto Rico, varias bodegas de vino en España y Estados Unidos y también varias fábricas de cerveza, hasta ahora todas en España.
Bueno yo estudié en una escuela de hostelería y durante los años en los que hice Restauración, el Ciclo Superior de Hostelería, visitamos varias de estas localizaciones. No hice ninguna de las catas a las que nos invitaron, pero tampoco lo pasé mal durante las visitas y algunos de mis compañeros estaban encantados conmigo y las raciones dobles que conseguían de alcohol.
La primera fábrica de cerveza que he visitado en Estados Unidos ha sido la de Budweiser, algo extraño teniendo la de Samuel Adams mucho más cerca en Boston, pero me llamaba más la atención esta de New Hampshire solo por un motivo, sus famosos caballos.
Los caballos Clydesdale son enormes y me han gustado mucho cuando los he visto en desfiles, por eso quería verlos en Merrimack, pero desafortunadamente no los pude ver, al parecer ya no son parte del tour o ese día no estaban.
De todas formas hicimos el tour y pasamos un buen rato aprendiendo un poco sobre esta fábrica, la elaboración de la cerveza y esta marca en particular.
Os hablaré más sobre este tour y los detalles de esta fábrica próximamente.
🔔 Enlace Aquí
Y con esta última experiencia nos volvimos a Boston, ya llegando a casa tarde, con suficientes sobras de tortitas americanas para cenar y desayunar al día siguiente. Eso sí, ya por la noche estaban duras, ricas, pero con textura de galleta más que de pancake.
La temporada de sirope de arce es bastante corta, así que si os gustaría visitar alguna de estas granjas, no dejáis escapar muchos fines de semana en los que haga buen tiempo. Ya me contaréis cual habéis decidido visitar y qué os pareció la experiencia 😉
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