Tenía algunos planes para los cuatro primeros días de vacaciones que ha tenido Fran en Navidad desde que lo conozco, unos cuantos años ya, pero al final han sido unas vacaciones de estar por casa, comiendo y descansando sin salir a penas a la calle.
Vamos que sólo hemos salido para hacer la compra para la cena de Noche Buena y para la cena de Noche Vieja, aunque después de cenar y como es nuestra tradición, sí que nos fuimos al centro de Boston a disfrutar de la First Night con unos amigos.
La compra para la cena de Noche Buena la hicimos en el Wegmans por primera vez para las Navidades y también en la pescadería de Cambridge, como otros años. No me gustó mucho la pieza de carne que compré y eso que una de las cosas que más me gusta de este supermercado es la carne que tienen, pero supongo que no acerté en esta ocasión.
Lo que sí me gustó es la cantidad de opciones a medio preparar que tienen, ya os he contado que me estoy volviendo algo vagilla, quiero decir, que me estoy adaptando a buen ritmo a la cultura local del todo fácil y sin mucho esfuerzo en la cocina.
Aunque para ir al Wegmans tenemos que coger el coche y eso no nos pareció muy buena idea. Por un lado llevaba demasiados días sin moverse y no era el único de la calle, así que pensamos que si lo movíamos y alguien nos quitaba el sitio, íbamos a tener problemas para encontrar otro aparcamiento al lado de casa y por otro lado, las carreteras están muy congeladas, están limpias de nieve, pero tienen hielo que es mucho peor.
Total que decidimos probar algo nuevo y hacer la compra en el Eataly Boston, porque aunque no me causó muy buena impresión en general, tienen una zona de panadería, pescadería y carnicería bastante buena, aunque muy cara, pero sólo es Noche Vieja una vez al año.
Fuimos el domingo por la mañana temprano, la ventaja es que podemos ir en el autobús que para en la puerta de casa y allí nos deja a escasos 5 minutos andando. Así que decidimos ir temprano y así desayunar allí también para no perder el tiempo y volver pronto a casa a preparar la cena.
No hacía mucho viento, pero es verdad que cuando venía un poco de aire, se notaba mucho más el frío. El río Charles estaba precioso, todo blanco y con nieve en polvo que se movía con el viento, ya que en este río siempre hace viento, tiene su propio y exclusivo viento. Cuando lo cruzábamos, me dio la sensación de estar en un avión, en una de esas veces que se pasa por encima de las nubes.
No había nadie en la calle, todas las zonas que suelen estar llenas de gente, completamente vacías. Me impresionó mucho ver Boylston Street tan vacía, incluso de coches. Hasta había aparcamientos, bastantes, en la puerta del Prudential y aunque esa zona es entera de parquímetros, al ser domingo se podía aparcar gratis y también al día siguiente porque el día uno es festivo.
Una de las ventajas del frío es que no hay miles de personas apegotonadas intentando hacerse fotos. Pero las consecuencias es que no sólo era muy incómodo estar allí fuera mucho rato, es que además se suspendieron algunas actividades de este importante evento que despide al año en esta ciudad.
Afortunadamente, los eventos que se suspendieron por las bajas temperaturas, fueron los que menos me interesaban a mí, casi todos los del día como el patinaje en la pista del Boston Common o el desfile y los fuegos artificiales de la tarde para los niños. Así que aún teníamos intenciones de volver por la noche, después de cenar a despedir el año bostoniano allí, como cada año habíamos hecho.
De momento fuimos a desayunar algo calentito y nada más entrar al Eataly y ver el chocolate caliente, nos propusimos probarlo con algunas de la piezas de bollería que tenían por allí. Desafortunadamente nos dieron que aún no estaba caliente, así que nos dimos una vuelta mientras por allí, a ver que podríamos encontrar para la cena.
Finalmente bajamos a desayunar a la otra zona en la que tienen una cafetería, para probar si había más suerte con el chocolate caliente, pero tampoco. Fran desistió y se pidió un café, yo le dije que esperase unos minutos y aunque lo dejé pagado, no me lo sirviese hasta que no estuviese caliente.
No me hizo caso y al minuto de servir lo otro ya lo tenía servido, aunque me aseguró que lo había probado antes y que ya estaba bien, pero estaba más templado que caliente y con la nata, incluso frío. De todas formas, el chocolate no me pareció que me mereciese la pena, pero la bollería que pedimos, especialmente la tarta de arándanos era bastante cutre, en todos los sentidos. Ni me la terminé y eso que la porción era ridícula comparada con el tamaño de las porciones americanas, pero no podía digerir eso.
Tenía intención de hacer una cena a base de mariscos, sin carne, porque hemos abusado un poco de ella en estas navidades, pero tuve que cambiar los planes e improvisar y afortunadamente fue todo un acierto.
Terminamos comprando por $100 todo lo que necesitábamos, excepto el postre, para la cena de Noche Buena y para el almuerzo y cena de año nuevo. Puede parecer caro, quizás lo es, pero en comparación con la calidad de los productos que compramos y que aquí en general la comida es más cara, además sin contar que es un ahorro enorme no salir esa noche a cenar fuera, o beber unas copas, pues tampoco me fui con sensación de haber derrochado.
No vi que tuviesen langosta, que era mi idea de plato principal para esa cena, así que le pregunté. Sólo tenían la carne ya lista en unos tarros de plástico, y a ese extremo aún no he llegado tampoco. Yo quiero la langosta entera, aunque ya cocida, que eso sí que me da más reparo hacerlo yo.
También había gambón con cabeza y unas cigalas también con cabeza, pero las cigalas se las llevaron unas señoras que estaban antes y cuando las pedí yo, me dijeron que ya no les quedaban más 😡
Allí había unos filetes con muy buena pinta y nos decidimos por una pieza mediana de Prime Dry-Aged Bone-In Ribeye Steak que era algo carilla, pero que nos aseguraron que iba a estar deliciosa. No era la pieza más cara del mostrador, pero era de las más caras.
Encontramos unos huevos de pato, los venden de dos en dos y me pareció buena idea probarlos. No comemos huevos de pato normalmente, así que al menos era algo diferente.
No me convencieron las uvas que había allí porque eran muy grandes y era lo único en la lista de la compra de ese día, que no podía variar. Aunque lo solucionamos fácilmente con una breve parada en el Trader Joe's que hay de camino a la parada de autobús.
Tenía dudas con la vajilla, no sabía si volver a sacar la de Navidad de Lenox o estrenar la que gané de Lenox en el sorteo que hicieron y que aún no he tenido ocasión de usar.
Afortunadamente, los eventos que se suspendieron por las bajas temperaturas, fueron los que menos me interesaban a mí, casi todos los del día como el patinaje en la pista del Boston Common o el desfile y los fuegos artificiales de la tarde para los niños. Así que aún teníamos intenciones de volver por la noche, después de cenar a despedir el año bostoniano allí, como cada año habíamos hecho.
De momento fuimos a desayunar algo calentito y nada más entrar al Eataly y ver el chocolate caliente, nos propusimos probarlo con algunas de la piezas de bollería que tenían por allí. Desafortunadamente nos dieron que aún no estaba caliente, así que nos dimos una vuelta mientras por allí, a ver que podríamos encontrar para la cena.
Finalmente bajamos a desayunar a la otra zona en la que tienen una cafetería, para probar si había más suerte con el chocolate caliente, pero tampoco. Fran desistió y se pidió un café, yo le dije que esperase unos minutos y aunque lo dejé pagado, no me lo sirviese hasta que no estuviese caliente.
No me hizo caso y al minuto de servir lo otro ya lo tenía servido, aunque me aseguró que lo había probado antes y que ya estaba bien, pero estaba más templado que caliente y con la nata, incluso frío. De todas formas, el chocolate no me pareció que me mereciese la pena, pero la bollería que pedimos, especialmente la tarta de arándanos era bastante cutre, en todos los sentidos. Ni me la terminé y eso que la porción era ridícula comparada con el tamaño de las porciones americanas, pero no podía digerir eso.
Tenía intención de hacer una cena a base de mariscos, sin carne, porque hemos abusado un poco de ella en estas navidades, pero tuve que cambiar los planes e improvisar y afortunadamente fue todo un acierto.
Terminamos comprando por $100 todo lo que necesitábamos, excepto el postre, para la cena de Noche Buena y para el almuerzo y cena de año nuevo. Puede parecer caro, quizás lo es, pero en comparación con la calidad de los productos que compramos y que aquí en general la comida es más cara, además sin contar que es un ahorro enorme no salir esa noche a cenar fuera, o beber unas copas, pues tampoco me fui con sensación de haber derrochado.
No vi que tuviesen langosta, que era mi idea de plato principal para esa cena, así que le pregunté. Sólo tenían la carne ya lista en unos tarros de plástico, y a ese extremo aún no he llegado tampoco. Yo quiero la langosta entera, aunque ya cocida, que eso sí que me da más reparo hacerlo yo.
También había gambón con cabeza y unas cigalas también con cabeza, pero las cigalas se las llevaron unas señoras que estaban antes y cuando las pedí yo, me dijeron que ya no les quedaban más 😡
Allí había unos filetes con muy buena pinta y nos decidimos por una pieza mediana de Prime Dry-Aged Bone-In Ribeye Steak que era algo carilla, pero que nos aseguraron que iba a estar deliciosa. No era la pieza más cara del mostrador, pero era de las más caras.
Encontramos unos huevos de pato, los venden de dos en dos y me pareció buena idea probarlos. No comemos huevos de pato normalmente, así que al menos era algo diferente.
No me convencieron las uvas que había allí porque eran muy grandes y era lo único en la lista de la compra de ese día, que no podía variar. Aunque lo solucionamos fácilmente con una breve parada en el Trader Joe's que hay de camino a la parada de autobús.
Tenía dudas con la vajilla, no sabía si volver a sacar la de Navidad de Lenox o estrenar la que gané de Lenox en el sorteo que hicieron y que aún no he tenido ocasión de usar.
Todo delicioso y sin perder jugosidad o sabor, por ello merece mucho la pena el gasto extra para una ocasión especial.
Al pasar por el río Charles, esta vez lo vimos sin la nieve blanca sobre el hielo que lo cubría por la mañana, parecía un enorme espejo en el que se reflejaban las luces de las ciudades, Cambridge a un lado y Boston al otro.
El Prudential decorado con una festivas luces de tono dorado y en su puerta, otra vez nos encontramos con la escultura de hielo, ahora con luces de colores.
Estábamos a unos menos dieciséis grados bajo cero, con un aire que parecía una suave brisa de no ser porque cuando te rozaba la piel era como si te la rajasen, con una sensación térmica de menos veinte grados bajo cero y esperaban en la cola de la puerta de un bar tranquilamente en mitad de la calle.
Y no eran dos extraterrestres únicas en mitad de la noche, la cantante que había sobre el escenario en Copley Square iba vestida con un sujetador bajo algo de brillos. Y más y más chicas que vimos esa noche con similares atuendos muy propios de las noches veraniegas. Además de niños pequeños, bebés que aunque abrigados, no entiendo muy bien que hacían a esas horas, con esas temperaturas y en la calle.
Estas son las esculturas que había en la animada, pese al frío, Copley Square.
Decidimos hacer como el año anterior e ir al Starbucks que hay fuera, frente al Pru, pero para nuestra sorpresa y aunque no era tan tarde, también estaba cerrado.
De vuelta al Prudential decidimos entrar en una de las pocas opciones que nos quedaban, el Cheesecake Factory, y aunque tuvimos que esperar un ratito porque esta hasta arriba, pese a lo enorme que es por dentro, fue la mejor decisión que pudimos hacer en ese momento.
Nos tomamos unos batidos y smoothies de frutas enormes y compartimos un par de trozos de tarta. Bueno una tarta de queso tradicional y mi postre preferido de esta cadena, el Godiva Brownie Sundae.
Al pasar por el río Charles, esta vez lo vimos sin la nieve blanca sobre el hielo que lo cubría por la mañana, parecía un enorme espejo en el que se reflejaban las luces de las ciudades, Cambridge a un lado y Boston al otro.
El Prudential decorado con una festivas luces de tono dorado y en su puerta, otra vez nos encontramos con la escultura de hielo, ahora con luces de colores.
Estábamos a unos menos dieciséis grados bajo cero, con un aire que parecía una suave brisa de no ser porque cuando te rozaba la piel era como si te la rajasen, con una sensación térmica de menos veinte grados bajo cero y esperaban en la cola de la puerta de un bar tranquilamente en mitad de la calle.
Y no eran dos extraterrestres únicas en mitad de la noche, la cantante que había sobre el escenario en Copley Square iba vestida con un sujetador bajo algo de brillos. Y más y más chicas que vimos esa noche con similares atuendos muy propios de las noches veraniegas. Además de niños pequeños, bebés que aunque abrigados, no entiendo muy bien que hacían a esas horas, con esas temperaturas y en la calle.
Estas son las esculturas que había en la animada, pese al frío, Copley Square.
Decidimos hacer como el año anterior e ir al Starbucks que hay fuera, frente al Pru, pero para nuestra sorpresa y aunque no era tan tarde, también estaba cerrado.
De vuelta al Prudential decidimos entrar en una de las pocas opciones que nos quedaban, el Cheesecake Factory, y aunque tuvimos que esperar un ratito porque esta hasta arriba, pese a lo enorme que es por dentro, fue la mejor decisión que pudimos hacer en ese momento.
Nos tomamos unos batidos y smoothies de frutas enormes y compartimos un par de trozos de tarta. Bueno una tarta de queso tradicional y mi postre preferido de esta cadena, el Godiva Brownie Sundae.
Despedimos al 2017 y le dimos la bienvenida al 2018 en compañía, con los amigos que también nos acompañaron en los últimos dos años y con un poco de nostalgia al pensar que no estarán por aquí para la siguiente, la que sería la cuarta.
Pero aún nos quedan muchos meses para esa despedida, y en estos últimos meses del 2017, ya nos ha tocado despedir a tantos buenos amigos, que nos ha forzado a aprender a aprovechar cada oportunidad y cada ratito ahora que estamos cerca.
Sabiendo que algunas de estas amistades pueden durar y traspasar la barrera de la distancia, porque al final, es una gran parte de lo que nos llevamos de esta ciudad, las amistades que estamos ganando por aquí, por Boston.
Espero que todos pasarais una magnifica Noche Vieja y que hayáis empezado el nuevo año 2018 lo mejor posible.
Por aquí ya terminamos con las fiestas de Navidad, aunque en España aún os queden los Reyes Magos. Como este año caerá en sábado, quizás hagamos algo especial por aquí, aunque las previsiones climáticas dicen que vamos a tener aún más frío, unas máximas de -16 y mínimas de -23.
¿Cómo habéis pasado la Noche Vieja?. ¿Algún plan para el día de Reyes?.
Me han encantado las esculturas. Gracias por compartirlo!
ResponderEliminar¡De nada The hiker pro! Te echamos de menos por aquí, sobre todo en el Cheesecake Factory, pero seguro que están viniendo bien las vacaciones por allí con la familia.
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